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Fernando Savater conversa con Dios

IX NO DESEARAS A LA MUJER DEL PROJIMO

Fernando Savater

En este caso, y como en casi todos los demás mandamientos, te mostrarás en desacuerdo conmigo, pero no me preocupa. Creo que tú sí deberías preocuparte, porque la realidad en estos días no tiene mucho que ver con tus ideas. Por ejemplo: no desearás a la mujer de tu prójimo suena un poquito anticuado. En primer lugar, eso de que sea del prójimo, como si fuera un objeto o una propiedad, no sintoniza con los tiempos liberales y feministas que vivimos.

Por otra parte, te diré que prohibir desear a la mujer es algo incompleto. A riesgo de escandalizarte, te diré que la mujer tiene el mismo derecho de desear al hombre de la prójima. También hay quienes no desean a la mujer del prójimo porque desean al prójimo.

Las cosas, Yahvé, son distintas a como lo eran en los tiempos de Moisés. Las relaciones de pareja ya no son las mismas. Ninguna mujer acepta ser de nadie. Tal vez lo único que hay que agradecerle a tu mandamiento es que, a lo largo de los siglos, nada a hecho tan deseable a las mujeres como que se supusiera que eran de alguien. Es igual que la hierba del campo vecino que creemos más verde: la mujer del prójimo siempre parece especialmente encantadora, porque es inaccesible o se nos niega.
De todas formas, la incidencia del sida modificó las costumbres de alguna gente, que optó por la monogamia más estricta. Pero, por otro lado, hay quienes practican el sexo en grupos o los cambios de pareja.
Además, deberás perdonar que, aunque tratemos de profundizar en el tema para darle mayor seriedad, siempre se nos escape alguna sonrisa.


CODICIAR A LA MUJER DEL PRÓJIMO EN LA BIBLIA

En el Antiguo Testamento encontramos varios episodios relacionados con este tema, pero que no son tratados como una ofensa a Dios. Ya hablamos de Sara, la esposa de Abraham, a quien convenció de que tuviera relaciones sexuales con una concubina para asegurar la descendencia porque ella era muy mayor para poder engendrar un hijo. Pero Abraham participó de otros episodios escandalosos para la moral que, con cierta inocencia, la mayoría de la gente cree que contiene la Biblia. Dice el libro sagrado: “En aquel tiempo hubo una gran hambre en el país, y entonces Abraham se fue a vivir a Egipto, porque la escasez de alimentos era muy grande en la región. Y cuando ya estaba llegando a Egipto, le dijo a su esposa Sara: “Mira, yo sé que eres una mujer hermosa, y que cuando te vean los egipcios van a decir: ‘Esta mujer es su esposa’, y me matarán a mí, y a ti te dejarán con vida para quedarse contigo. Por eso, diles por favor que eres mi hermana. Así, me irá bien a mí por causa tuya, y me dejarán con vida gracias a ti”

Así ocurrió, el faraón se encandiló ante la belleza de Sara, quien se presentó como la hermana de Abraham y pronto pasó a ser una de las mujeres del monarca egipcio, quien colmó al profeta judío de regalos de todo tipo: animales, esclavos, esclavas. Lo que nunca se podrá entender es por qué Yahvé castigó al faraón de los egipcios con plagas de todo tipo por lo que le había hecho a Sara. Mientras tanto Abraham miraba para otro lado como si no fuera con él. El final de la historia no pudo ser más triste para el faraón. Mandó llamar a Abraham y le dijo: “¿Por qué me has hecho esto? ¿Por qué no me avisaste que era tu mujer? Me dijiste que era tu hermana, y por eso yo la hice mi esposa. Ahora, ahí la tienes. Tómala y vete”. Entonces el faraón ordenó a unos cuantos hombres que hicieran salir a Abraham de Egipto, junto a su esposa y todo lo que tenía. Se podría decir que parece una historia digna de Almodóvar, pero algunos miles de años atrás y sin cine por medio.

Lo cierto es que el enunciado de este mandamiento revela que la cuestión está ligada a una forma de posesión y garantía de propiedad muy lejana a las actuales relaciones libres y abiertas que hoy intentamos mantener.

Una feminista diría que la mujer nunca es del prójimo. Una cosa es que en un momento esté en pareja y otra muy distinta que le pertenezca al otro. Es decir, ella es de sí misma y por lo tanto puede aceptar o rechazar otras relaciones porque no pertenece en el sentido posesivo a otra persona.
Éste es un mandamiento que demuestra con claridad el lugar que se tenía reservado para el sexo femenino en la época de Moisés. Prohibía codiciar a la mujer del prójimo y sus posesiones materiales: el siervo, la esclava, el asno, la casa. Con el paso de los años el mandamiento se desdobló, se prohibió desear a la mujer, y se puso el resto de las propiedades del prójimo en otra ley.

Se trata de un precepto que tiene que ver también con la envidia. Hay veces en las que algunos hombres se gratifican exhibiendo a su mujer; quieren que otros la miren, pero se ponen celosísimos de ver que los demás la desean. Lo cierto es que si estuvieran rodeados de perfecta indiferencia y nadie mirara a la señora se sentirían muy frustrados, pero cuando ocurre lo que quieren empiezan a sentir una tremenda desazón. El celoso lo está del deseo del otro que es imposible de aprehender. Se puede poseer un objeto o una persona, pero no su deseo o los de otros sobre ellos. Casi siempre los celos se relacionan con la envidia. Pero la diferencia básica es que se siente envidia de lo que uno no tiene y celos de lo que uno tiene.

José María Blázquez dice que éste es un mandamiento que se refiere en lo fundamental al derecho de propiedad, “ya que está atado en su origen al resto de las pertenencias personales que tiene el jefe de familia. No es tanto un pecado sexual, sino contra la propiedad. Hoy a nadie se le puede ocurrir decir que la mujer es propiedad del marido como puede ser el coche que está a su nombre. Al contrario, el coche es de los dos, y más de los hijos que lo usan como si fueran los verdaderos dueños. Se presenta como una redundancia frente al sexto mandamiento, pero porque tenía un carácter social y de posesión”.


LA MATÉ PORQUE ERA MÍA

Este mundo de lo posesivo en el terreno amoroso ha propiciado muchas barbaridades. Los crímenes pasionales están basados en que uno de los implicados considera que le van a quitar algo que le pertenece. Entonces se cree con el derecho a actuar como si estuviera defendiendo la casa contra un asaltante, incluso a castigar a la mujer con la muerte porque, después de todo, es una posesión del hombre y con qué derecho se va a ir con otro. Hasta la sofisticada narrativa de Jorge Luis Borges habla del tema. En su cuento “La intrusa” ilustra cómo dos hermanos que se enamoran de la misma mujer resuelven el conflicto entre ambos asesinando a la muchacha.


Todavía se escucha y se repite esa terrible expresión: “La maté porque era mía” como argumento para justificar los hechos más atroces, y el tango presenta, sin duda, un muestrario de estas cuestiones. Un ejemplo son los versos lunfardos de “Dicen que dicen”, escrito por el poeta Alberto Ballesteros:


Pero una noche que pa’ un laburo
el taura manso se había ausentao,
prendida de otros amores perros
la mina aquella se le había alzao...
Dicen que dicen que desde entonces,
ardiendo de odio su corazón,
el taura manso buscó a la paica
por cielo y tierra, como hice yo...
Y cuando quiso, justo el destino
que la encontrara, como ahora a vos,
trenzó sus manos en el cogote
de aquella perra... como hago yo...

Sin recurrir al tango, está claro que en España existe el grave problema de maltrato a las mujeres. La mayoría de los maltratadores, aparte de ser unos brutos por sus acciones y por otras razones, en algunos casos llegan a matar a la mujer que los quiere abandonar. Un tipo suele maltratar a su compañera cuando llega borracho a su casa. Si ella después de años de aguantar, se harta y quiere irse, o hacer los trámites para el divorcio, el marido, que la considera de su propiedad, cree que el matarla evita que le roben algo que es suyo.

Es curioso cómo en los países latinos los crímenes pasionales han gozado de tolerancia. Incluso la intención de la víctima de rebelarse era considerada como un atenuante, porque el hombre había sido traicionado. Aún persiste la idea de que cuando ella se va con otro, este último es el primer culpable por que la robó, y luego la responsabilidad recae en la mujer, que debe ser castigada por traicionar a su dueño. Por lo tanto, a pesar de que la sociedad ha evolucionado, la idea permanece sobre todo en el inconsciente popular.

En realidad, entre el mal manejo de las pasiones y la cultura que impuso al hombre por encima de la mujer, la violencia doméstica es un mal universal. Un ejemplo es el de la actriz Marie Trintignant, quien murió por los golpes que recibió de Bertrand Cantat, su pareja, en la habitación de un hotel en Lituania. La actriz, madre de cuatro chicos, planeaba irse de vacaciones con el padre de sus hijos menores. Por celos, Cantat la mató a golpes.

“Se lo ha buscado, ¿no?”, es esa frase que mezcla lo posesivo y lo pasional y que nada tiene que ver con el verdadero cariño, porque si alguien ama a otro, lo que busca y desea es su felicidad, y si eso pasa por que se vaya con otra persona uno debería aprovechar la situación y decir: “Qué feliz me siento de que vaya a ser ahora más feliz con otro”. Sabemos que esto no ocurre comúnmente. En todos los afectos hay un elemento posesivo y de amor propio. Decía muy bien el moralista francés François La Rochefoucauld que todas las penas de amor son penas de amor propio, y que a veces, cuando estamos clamando por nuestro amor perdido, lo que estamos es protestando por nuestro amor propio ultrajado.


Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer,
mientras no la ame.
OSCAR WILDE

Para Luis de Sebastián, “en la casa nadie manda, ni el hombre ni la mujer. En la pareja no debe haber relaciones amo-criado, señor-súbdito, orden-cumplimiento. En la vida en pareja, en el matrimonio, nadie es propiedad de nadie. Cada persona mantiene su individualidad y así debe continuar siempre, si la intención es tener una relación feliz y duradera. Las uniones tienen que ser entre dos personas responsables y libres. De cualquier manera, la fórmula con la que se consagran los matrimonios es de por sí ambigua.

Cuando se afirma “Te doy por esposa...” parece indicarse la entrega de una persona a otra. Sin embargo, el peligro para la estabilidad de las parejas no es externo, o que alguno de los dos se enamore de otro. Puede llegar a suceder, pero previamente se ha roto el encanto de la vida en pareja. Los riesgos son los internos, la lealtad y la fidelidad de la relación día a día y en todas las circunstancias por las que pasa.

SEDUCCIÓN Y CONQUISTA

El tema de la seducción es muy complicado. Muchas veces los seres humanos deseamos una cosa porque vemos que otro la desea. ¿Hasta qué punto el deseo de uno es el que motiva que otro a su vez desee lo mismo? Esto es muy frecuente en el juego amoroso. Por eso se dice que cuando un hombre tiene fama de gran conquistador, es porque esa idea que tiene la gente de él le ayuda a conquistar.

En definitiva, los seres humanos deseamos lo que vemos desear a otros. Si todo el mundo desea a esta mujer, algo tendrá para ser tan deseada. Si todo el mundo corre detrás de este hombre, será porque tiene algo extraordinario. Por lo tanto, hay un elemento de triangulación del deseo.
Pero la seducción es un sí, pero no; un quiero, pero no quiero; un abrir una puerta, para cerrarla a continuación. Y si la persona que percibe estos estímulos no es muy sutil, da lugar a situaciones algo incómodas. Hay quienes cometen abusos sexuales y se excusas diciendo: “Bueno... ella me provocó porque me dijo, o porque yo creía que me decía o porque me insinuó”. Esto sucede cuando alguien malinterpreta y confunde con entrega, lo que es un juego en el cual hay que mantener siempre la libertad.

Uno de los paradigmas que se ha barajado durante mucho tiempo como ideal de pareja es el de la perfecta unión en la que cada uno de sus integrantes pierde completamente su autonomía y ambos pasan a ser una sola persona. Se dice que son dos en una carne. Solemos escuchar: ”No tenemos secretos el uno para el otro, pensamos y opinamos siempre igual”. Estamos, en el fondo, frente al sueño de la posesión perfecta. La manera de poseer algo es hacerse uno con ello de manera definitiva. Pero en lugar de ser una ampliación del amor se trata de una disminución ya que lo bonito y lo meritorio es que se amen dos personas distintas, no que se conviertan en una. Eso deja de ser amor y se convierte en egoísmo ya que uno se está amando a sí mismo. Lo difícil es prodigar el amor a otro, respetando su integridad y su carácter. Por eso hay que tener en cuenta el poema de Mario Benedetti cuando dice que tú y yo somos mucho más que dos. Está bien ser más que dos, pero no menos, siempre hay que mantenerse como dos.

VIDAS SEPARADAS Y MUJERES EN LA ANTIGÜEDAD

En la antigüedad imperaba la idea de que los hombres y las mujeres hicieran su vida por separado salvo cuando se encontraban en el hogar. Esto discriminaba a la mujer. La esposa estaba sujeta al hombre pero, como ya hemos dicho, el hombre tenía poco control sobre sí mismo cuando estaba cerca de mujeres deseables, por lo tanto se consideraba más prudente que los hombres estuvieran junto a los hombres, sobre todo cuando se trataba de jóvenes, mientras que las mujeres deberían estar juntas, pero alejadas de ellos, que eran víctimas de tentaciones fuertes. Hoy los hombres y las mujeres se educan, trabajan y viven juntos. En la actualidad, la mujer tampoco tiene que ir cubierta y recatada, puede vestir como quiera, en ocasiones con ropas insinuantes e incluso provocativas.
Todo esto exige la conversión del hombre en alguien mucho más capaz de controlarse. La idea del autocontrol masculino es reciente. Durante siglos no existió. En la actualidad el hombre tiene que aprender a convivir dejando de lado todo lo que tiene que ver con las insinuaciones y el atractivo sexual. Creo que esta reconversión mental tiene que ver con la evolución de la civilización, que hace más natural, complementario y democrático el juego entre los hombres y mujeres. El problema en algunos países latinos como los nuestros es que muchos varones continúan teniendo la misma mentalidad que hace dos siglos, y reaccionan como neandertales.

Una de las cosas que no puedo entender es qué tiene de malo poder deleitarse ante una persona hermosa, sea el sexo que sea. Es obvio que en esa contemplación hay una vinculación con nuestra propia sexualidad. No podríamos considerar hermosa a una persona, hombre o mujer, si no tuviéramos de algún modo conciencia de nuestro propio cuerpo y de nuestro carácter sexual. Luchar contra el deseo que nos produce otro es como hacerlo contra la ley de gravedad. Pero de ahí a intentar algún tipo de acto impropio con el otro, hay un abismo.

Este precepto nos ha llevado por un camino más que sugestivo. Las preguntas son: ¿hasta qué punto un ser humano puede pertenecer a otro? Y ¿cómo dos personas pueden formar una pareja preservando cada una su individualidad? En estas cuestiones entran en juego la fidelidad y la consideración de si se trata de una virtud o de una exigencia puritana heredada de aquellos años en que todavía imperaba el concepto posesivo de la mujer. También nos lleva a reflexionar sobre la seducción y el deseo y en qué difieren al respecto los hombres y las mujeres. Todas estas cuestiones están relacionadas y nos vienes a la mente el reflexionar sobre “no desearás a la mujer de tu prójimo”.

6 comentarios

Eduardo -

Es un pecado codiciar a la persona ajena por ejemplo una mujer soltera se enamora o se fija en un hombre que esta casado que tiene su esposa y sus hijos alli esta mujer esta entrando en pecado o si un hombre soltero se enamora de una mujer que esta casada y tiene hijos el hombre al fijarse en una mujer casada esta entrando en pecado ya que la biblia dice bien claro no codiciaras a la mujer o al varon que no te pertenece...

Carlos -

Excelente post...gracias por compartirlo

luz montenegro -

orrible deben poner dibujo

Oigres Led Séver -

Quiero tanto que me ejercito en la autosuperación. En un primer momento me derivó a celos insanos que aún recaen; ver a mi pareja (mi pareja) deseando a otras personas me causa inseguridades que me trastocan, pero yo también lo hago y no lo evito. Nunca he puesto reprimenda alguna evidentemente, sería un machista, un misógino egoísta.


Ahora intento madurar hacia una relación abierta a ser como somos por naturaleza, y a crear un vínculo en el que el deseo a terceros nos haga sonreír y tal vez probar.

El romanticismo no está
exento de este razonamiento.

Amen. (Sin acento, tilde)

Máximo Kinast -

Y yo te pido que leas (si te atreves) un libro serio y bien documentado:
"Los Pésimos Ejemplos de Dios (según la Biblia)" de Pepe Rodríguez, o que entres en su web: http://recorta.com/6573a6
Cordial y ateamente
Máximo

GUERRERO -

TE PIDO QUE LEAS 1TIMOTEO 1:3-7 PORQUE LA BIBLIA ES UNA REVELACION DE DIOS , NO ALGO QUE SE ESTUDIA CON SABIDURIA DE HOMBRE O POR QUE YO CREO
DIOS TE BENDIGA Y TE DE UNA VERDADERA REVELACION